viernes, 14 de marzo de 2008

Crónicas romanas

Antes de nada: ¡¡¡TANTI AUGURI, DOTTORE FER!!!

He aquí, por fin, el esperadísimo relato de nuestro regreso a Roma. No vamos a agobiaros con conmovedoras descripciones del jardín, del claustro y de la terraza de las lavadoras hasta que os estallen las lágrimas. Chicos: os hemos visto a todos en todas partes: en los pasillos, en los estudios, en los tranvías... Es cierto, Roma aún es Roma, pero estos días nos han servido para darnos cuenta de que todavía nos queda mucha Roma por descubrir. Eso sí, empezamos por un reencuentro increíble del que aportamos testimonio gráfico: Samu, que sepas que el Centurión sigue esperando tu llamada...

Este que veis es el Babuino, una de las antiquísimas estatuas parlantes de Roma. Me refiero al de la izquierda. El de la derecha es un señor muy asombrado que pensaba que ya lo había visto todo en la ciudad eterna.


En primer plano, tónica bien fresquita. Al fondo, un viejo piano de café. Es el Bartaruga, curioso local del Ghetto que hasta ahora sólo habíamos visto desde fuera. Y por fin entramos, a cumplir el sueño de las tortugas sedientas.




Roma sigue lleno de vida, y hasta de borsisti: Amayita, que está exultante, ya es ciudadana romana, mientras que Pilar contempla un brillante futuro americano entre las columnas del Tempietto. Las dos siguen derrochando sonrisas y mandan recuerdos para todos, como también Tebelia, Pino, Mino, Attilio, Luna...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Afirmo, Diana estuvo aqui y me invito al teatro. Estupendo.