Diana ya ha llegado a Florencia. Durante una semana ha estado arreglando su casa en San Frediano, junto al Arno, con la inestimable ayuda de Juan Pablo. Ambos han dado la talla como fontaneros, carpinteros y amas/os de casa. Se han repuesto del cansancio paseando por esta bella ciudad que todo lo ofrece, y anuncian con fanfarrias: ¡la RAEFlorencia os espera!
Como la Academia en el Trastevere, la nueva sede se encuentra en el Oltrarno, que vendría a ser algo así como el TrasArno, un barrio muy popular, a sólo diez minutos del centro a pie. Aquí sólo llega algún turista despistado y sobreviven preciosos comercios de barrio sin necesidad de venderte Davides de Miguel Ángel en escayola… ¡qué gloria! Os gustará.
A Diana y JP les ha cautivado el aire retro de los produztos del Esselunga, el Oviesse florentino. Como botón de muestra, ahí van unas fotos.
Pero el viaje en el tiempo no termina aquí. Haciendo limpieza, entre las cosas más insospechadas que se encontraron en su casita de Florencia, propiedad de una inglesa de Cambridge -qué pequeño es el mundo- encontraron una tonelada de botecitos de especies etiquetados para consumir preferentemente a finales del siglo pasado, entre los que se encontraba este simpático compuesto de sustancias no identificadas. Vean, vean… Se han sentado a la mesa para probarlas, y siguen vivos.
¡Ay! Pisar de nuevo Italia les hace pensar siempre en sus borsisti…